domingo, 22 de noviembre de 2009

EL DORÍFORO.


DORÍFORO.

El autor de esta obra es Policleto, escultor que se sitúa en el siglo V a. C., en pleno desarrollo del clasicismo griego. La obra es una copia en mármol.

ANÁLISIS FORMAL.

La obra representa a un atleta que porta una jabalina. Muestra las características técnicas más importantes del clasicismo: una búsqueda de la armonía a través del establecimiento de un canon, que Policleto fija en la cantidad de 7 cabezas como medida de la estatura de la estatua del atleta. La armonía en el arte griego consiste en una proporción de cada una de las partes con el todo.

También se aprecia la diartrosis, pues las articulaciones reflejan movilidad a pesar del movimiento pausado, y las extremidades aparecen claramente diferenciadas del tronco.

Otra de las características del clasicismo es el contraposto, aquí expresado en el apoyo de la figura en una de sus piernas, mientras que la otra toca el suelo levemente con los dedos de los pies. Supone una ruptura con el principio o ley de frontalidad, al producirse una ruptura en la horizontalidad de las caderas.

La obra responde a la austeridad, elegancia y belleza atlética de las obras de Policleto. Un reflejo del clasicismo es la contención expresiva de la figura, que no delata sentimientos exaltados sino un gran equilibrio interior.

CONTEXTO.

Partiendo desde el período arcaico (siglo VII y VI a. C.) de inspiración oriental (rigidez y frontalidad en las representaciones) el clasicismo aspira a alcanzar la perfección en la representación del cuerpo humano, lo que responde a la visión antropocentrista de la cultura griega, que se aleja del sentido teocrático y, por tanto, del hieratismo oriental. En el clasicismo las esculturas tendrán un carácter naturalista aunque con tendencia a una idealización que expresa el modelo de bellez ideal. El naturalismo se aprecia en una descripción anatómica realista y pormenorizada de los modelos.

La racionalidad griega añadirá al arte la búsqueda de una belleza basada en una armonía que se expresa matemáticamente a través de los cánones, como el establecido por Policleto. Esta armonía exige una contención expresiva de lo anímico.

La escultura clásica influirá en el arte romano y servirá de inspiración para los artistas del Renacimiento (se recuperará el contraposto y la misma forma idealista de reflejar el cuerpo humano que en Grecia) y del Neoclasicismo.

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